Prof. Eduardo Javier Niella (*)
Desde mediados del año pasado venimos escribiendo artículos que nos recuerdan acontecimientos que fueron precediendo al gran hecho que celebraremos el próximo 10 de diciembre: los 40 años de la recuperación democrática.
En esta oportunidad vamos a recordar que hoy 27 de abril, en 2003 hace 20 años se celebró la primera vuelta electoral de las elecciones, la mitad de los 40 de democracia ininterrumpida próximos a cumplirse. Esas elecciones iban a posibilitar la superación de la terrible crisis del 2001 que, con los saqueos, la renuncia del Presidente Fernando De La Rúa y 39 compatriotas muertos, había dejado a la República al borde de la disolución. Como en la anarquía del año 1820 del siglo XIX ocurrió el “Día de los tres Gobernadores” en diciembre de 2001 sucedió la “Semana de los cinco Presidentes”.
Nuestra joven democracia lograba superar la terrible crisis institucional apelando a la Constitución y a sus instituciones, se encauzaba la crisis económica que la salida de la convertibilidad provocó 57,5% de argentinos en la pobreza, se podían realizar las elecciones y se recuperaba la autoridad presidencial.
La elección era sólo para elegir Presidente y Vice, cinco fórmulas compitieron con chances, tres de origen peronista: Menem – Romero, Kirchner – Scioli y Rodríguez Saá – Posse y dos de origen radical: López Murphy – Gómez Diez y Carrió – Gutiérrez. Por primera vez desde su incorporación a la Constitución en 1994 debió haber ballotage entre las fórmulas que resultaron primera Menem – Romero 24,34% y Kirchner – Scioli 21,99%.
El 14 de mayo de 2003 Carlos Saúl Menem anunció: “estimo conveniente no participar en esta segunda vuelta electoral. Comprometo desde ya todo mi respaldo y colaboración con las nuevas autoridades constitucionales…”
A esta actitud Néstor Carlos Kirchner respondió: “Asumiré con coraje y decisión la responsabilidad de gobernar la República… No he llegado hasta aquí para pactar con el pasado, ni para que todo termine en un mero acuerdo de cúpulas dirigenciales. No voy a ser presa de las corporaciones. Tenga el Pueblo argentino la certeza de que quien les habla está decidido a dar vuelta la página de la historia… Mis convicciones no las voy a dejar en nombre del pragmatismo en la puerta de entrada de la Casa Rosada.”
Se abría así un tiempo de esperanza con la asunción de Néstor Carlos Kirchner y Daniel Osvaldo Scioli. El escritor Leopoldo Marechal ha definido: “El peronismo es como el otoño, que aún envuelto en hojas secas viene cargado de semillas.”
Ese otoño del 2003 también resulto cargado de semillas que dieron su fruto, esa semillas son las que trajo y sembró Néstor Carlos Kirchner, quien supo y se animó a cambiar, entendió como nadie la crisis del 2001, concibió la gobernabilidad de una manera distinta, buscó aliados en las mayorías ciudadanas.
Entendió que valía la pena jugarse, recobrar las banderas arriadas y las palabras desvalorizadas por la hegemonía cultural del orden conservador imperante. Vio un futuro muy distinto, no era el único posible ni el tránsito sería sereno. La voluntad fue lo primero, la opción después.
Había que saber hacerlo, había que ganar la aprobación a pulso.
Mirando en retrospectiva aquel tiempo en que junto a Néstor fuimos protagonistas y si bien no estamos en las mismas circunstancias, hoy en nuestros días podamos afirmar con las mismas palabras que escribió Jorge Luis Borges en “Los gauchos”: “Vivieron su destino como en un sueño, sin saber quiénes eran o qué eran. Tal vez lo mismo nos ocurra a nosotros.”
Solo falta que nos volvamos a animar a cambiar.
(*) La Corriente – Frente de Todos